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Maridaje espiritual: meditación y oración

¿El que reza y medita empata? ¿Puedo orar mientras medito o meditar mientras oro? Aquí te explicamos.

 

Karlfried Durckheim, psicólogo y filósofo alemán, fue enviado a Japón en el período entre guerras para “conocer sus prácticas culturales y tradiciones religiosas” o en otras palabras para saber cómo manipular e invadir mejor al pueblo japonés, o establecer alianzas para invadir luego a otros pueblos.

 

El viaje no salió como se esperaba. Durckhiem terminó viviendo una experiencia mística y descubriendo que “la meditación es una de las maneras de oración que están más dadas para la humanidad en su experiencia de búsqueda espiritual” y que de hecho esta no era una práctica exclusiva de oriente y había estado desde siempre relacionada con el cristianismo.

 

De las conclusiones de Durckhiem se nutrió toda una escuela que entiende la meditación como un modo de oración muy completo en donde se integra decididamente al cuerpo, “Meditar es orar con el cuerpo”.

 

Un gran conocedor y practicante de este tema en Colombia es el padre Jorge Julio Mejía S.J que a su vez le enseñó lo que más pudo a Viviana Quintero, Profesional en el programa de ejercicios espirituales en Pastoral, y con quien hablamos para escribir este artículo.

 

Para Viviana, mientras una acción, incluso una acción cotidiana, se haga con una conciencia orante es una oración, es decir, cuando decidimos conectar con la fuente (llámese Dios), esa dimensión trascendente que nos habita nos constituye y nos da vida, estamos orando.

 

De este modo la meditación puede reconocerse como una oración corporal, que comparte varias características que se recomiendan para esa conexión con la fuente primaria:

 

Quietud

Postura corporal

Atención a la respiración

Silencio

Ancla que centre el pensamiento

 

 

Y ojo, no se trata de poner en blanco la cabeza, cosa que Viviana sostiene que es imposible, sino de ir dejando pasar el flujo mental de manera que se hace una observación de la mente e ir a un punto profundo de la conciencia. Esto, sin duda, es un estado ideal para la oración.

 

¿Entonces todas las oraciones son meditaciones y todas las meditaciones oraciones?

 

No, La meditación no siempre es una forma de oración, si tu meditas para ser más productivo, para estar relajado, porque estás muy estresado, tendrás esos resultados y eso no tiene nada que ver con orar, es una práctica para el mejoramiento de tu bienestar y tu salud física y mental, pero en cambio si lo haces para conectarte con la fuente, es perfectamente tu oración y tu momento con Dios.

 

De la misma manera pasa con las oraciones, que en el mundo católico hay de varios modos (oración verbal, mental, en medio de las tareas, etc) y que no necesariamente tienen que hacerse en medio de una meditación o involucrando al cuerpo, la postura y la respiración.

 

La oración es una práctica íntima y personal, mediada por un contexto cultural y religioso que no siempre se trata de una conversación o de un examen de conciencia (tan propio de la oración ignaciana) sino que sencillamente puede tratarse de la manera de sentir la vida, o un espacio de súplica, perdón y agradecimiento. Sin embargo, en el caso de entender la oración también como un espacio de examen del día, una persona que se va cultivando diariamente, a través de una práctica como la meditación, tiene mucho más clara su visión y va a tener una percepción más fina de lo que pasó en el día, lo cual hará que haga un examen personal más riguroso.

 

Viviana tiene una forma preciosa de mezclar oración y meditación:

 

Se imagina un árbol, cuando exhala el aire hunde las raíces de ese árbol en la tierra y cuando inhala el árbol florece y recibe la luz y la vida.

 

En una profunda conexión con Dios al exhalar repite:

 

Salir de mí, ir a ti, unirme a ti…

 

Pausa

Inhala:

Renovada por ti.

 

Pausa.

 

¿Has intentado orar mientras meditas?

Pruébalo, podría ser una experiencia espiritual muy enriquecedora para ti

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