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La producción de contenidos como estrategia pedagógica

Parece que el vuelco a la virtualidad nos ha llevado a una hiperproducción de información y nos movemos entre dos sensaciones: queremos sumarnos a esa producción de mensajes o estamos saturados y no queremos saber más del mundo.


"Me fui de mi casa porque iba a estudiar en otro país, revisando entre mis cosas para hacer la maleta, encontré todos los trabajos que había escrito durante el pregrado. Qué cantidad de información, pude haber hecho un libro con todo lo que tenía. Y claro, boté la mayoría de papeles, pero decidí conservar una serie de ensayos que me parecieron conmovedores: me conectaron con un momento específico de la carrera, me refrescaron conceptos, me hicieron formularme nuevas preguntas… mejor dicho, un tesoro. Esos no los boté, decidí digitalizarlos porque creo que si no es el libro, en el que pensé molestando obviamente, algo puedo hacer con eso, creo que vale la pena”.

Este es el testimonio de Angélica, una egresada de Sociología que un par de años después de haber salido de la carrera, encontró en su producción intelectual de esa época un nuevo entusiasmo académico. Es que eso son los trabajos de la U, la producción intelectual de los estudiantes, su primeros pasos en el mundo de la academia. 

¿Y por qué traemos esta historia a colación? Por la relación que hay entre los procesos de aprendizaje y la producción de contenidos. Cuando se deja una tarea: el análisis de un caso, un ensayo, la lectura del capítulo de un libro y su adaptación, la exposición de los resultados de un proceso de investigación… todo eso se convierte en productos que quedan por ahí rodando, que se guardan en los computadores de los estudiantes, en el correo de los profesores o que van a la papelera. Algunos tienen relevancia en el semestre específico o para un grupo determinado de estudiantes, pero ¿y si no fuera solo así? si esas producciones tuvieran un alcance más amplio, más interdisciplinar o más integrador.

Desde que tuvimos que “migrar” a la virtualidad hemos oído muchas veces decir: podemos hacer podcast, videos, infografías y más. Y claro, podemos hacerlo, pero cuando de pensar en estrategias pedagógicas se trata es necesario abordar el tema por partes, es decir, no es hacerlo por hacerlo porque en muchos casos podría implicar un trabajo adicional así que antes de proponerlo es necesario hacerse algunas preguntas.

Preguntas a resolver antes de lanzarse a hacer o pedir a los estudiantes que hagan contenidos

La primera es: ¿Vale la pena hacerlo? Esta es una pregunta general sobre la que se puede tener claridad respondiendo estas otras preguntas:

  • ¿La creación de este contenido implica un aprendizaje o una experiencia significativa en relación con la comprensión de un tema, el abordaje de un concepto, la búsqueda de una solución?
  • ¿A quién irá dirigido ese producto o contenido? ¿Su vida útil quedará reducida a una nota después de ser entregado o puede articularse a otros temas de la clase?
  • ¿Cuál es el mejor formato para abordar un tema determinado de acuerdo con el alcance que se quiere tener? 
  • ¿Qué hacer con todos los contenidos que produzcan los estudiantes? ¿La estrategia pedagógica termina con la producción o qué viene después?

La planeación que se haga de la materia para todo el semestre podrá ir dando pistas de cómo se puede articular la producción de contenidos al proceso pedagógico para que no sea percibido como una carga adicional, sino como el vehículo para tener nuevas perspectivas, analizar un tema o problema desde otros puntos de vista y explorar en diferentes narrativas un conocimiento, ampliando la mirada y teniendo quizás un acercamiento a la divulgación científica, a la apropiación social, a la sistematización de experiencias o a la exploración estética de las propias habilidades narrativas. 

Quizás Angélica pueda hacer un libro con sus ensayos, pero hoy lo podría pensar también como una infografía interactiva que presente sus hipótesis y permita profundizar en los argumentos que sustenta cada una, o ampliar las voces incluyendo el punto de vista de otras personas en un blog, o en una serie de videos que le pongan imágenes a las ideas que abordó en cada uno. En fin...

Pensar en la producción de contenidos desde diferentes formatos abre un abanico de opciones que si se conciben como estrategias pedagógicas y se enriquecen con las posibilidades que permiten hoy las herramientas digitales, un curso sencillo podría convertirse en un laboratorio de creación colectiva, en donde las clases magistrales son solo una parte del proceso de enseñanza aprendizaje. 

A propósito de este tema, te recomendamos los siguientes artículos del blog de Educación Continua de la U: Videos educativos ¿Cómo empiezo?  Tips para grabar una videoclase El poder pedagógico de la imagen 

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