La gestión del conocimiento y el manejo de la información

Desde el ágora en la Antigua Grecia hasta las aulas de clase que usábamos hasta hace unos días, –y que seguro seguiremos usando–, en el mundo de la educación venimos interactuando más o menos de la misma forma, así algunas cosas estén cambiando desde hace un tiempo. Y aunque el tránsito hacia lo virtual venía dándose a un ritmo relativamente rápido, lo cierto es que estábamos lejos de pensar en que todos los procesos se virtualizarían de la manera en que ha ocurrido hoy. 

Volviendo al título de este artículo y de cara a estos cambios, queremos plantear algunas reflexiones. Piensa en esto: si en la materia que das en la Universidad tienes tres grupos de 20 estudiantes cada uno y pones un trabajo de final de semestre en el que todos deben escribir un ensayo, debes leer 60 ensayos. Esto siempre se ha hecho así y digamos que funciona, aunque no sé qué tan de acuerdo están tus ojos y tu espalda ante el reto de leer y retroalimentar todos esos textos. Pero ¿qué pasa si del texto se pasa a otro formato, si del trabajo individual se pasa a la construcción colectiva y si de la evaluación centrada en el criterio y la voz del docente se pasa un proceso en el que todos los estudiantes consumen esos contenidos, dan sus opiniones e incluso emiten sus juicios con base en criterios previamente definidos?

No estamos diciendo que todos los procesos de producción intelectual o las formas de evaluación deban modificarse, eso depende enteramente del criterio de cada docente, sin embargo hablar de gestión del conocimiento nos implica cuestionarnos sobre la forma en que generamos información, la almacenamos, compartimos y transformamos.

Las herramientas tecnológicas: dispositivos, aplicaciones y plataformas nos abren una cantidad de posibilidades que muchas veces ni siquiera alcanzamos a comprender, y menos a dominar. Sin embargo, una de las cualidades de la sociedad del conocimiento es que la experimentación es necesaria, porque nos ubica a todos en una posición de exploradores que están descubriendo ideas, formas de crear o de usar las herramientas, así que lo primero que te recomendamos, es perderle el miedo a la tecnología y eso solo se logra de una forma: intentando, “cacharreando” y cometiendo errores. 

A veces pareciera que el mundo digital nos pone frente a un panorama en el que la tecnología en vez de facilitarnos la vida, nos la complica, pero calma, no siempre es así, volviendo al ejemplo de los 60 ensayos por leer y para no dar más rodeos con la gestión del conocimiento en relación con el manejo de la información te planteamos este otro panorama: ¿Y si en vez de que hagan 60 ensayos le propones a los estudiantes hacer en grupos de 3 o 4 una serie de podcast, por ejemplo, sobre los temas abordados en el semestre? Tendrías 20 o 15 programas de radio en donde no solo se oirá la voz de los estudiantes sino también sus reflexiones en diálogo con otras.

¿Y si en vez de que la responsabilidad de calificarlos recaiga totalmente en ti abres el proceso de revisión también a lo colectivo? Pues vale la pena que los estudiantes oigan las producciones de sus compañeros, eso además de enriquecer su proceso de aprendizaje les permitirá identificar otras voces y enfoques. Ejercicios de este tipo permiten hacer tangibles eso que hemos oído en torno a la sociedad del conocimiento: construcción colectiva, estructuras rizomáticas en vez de jerárquicas y unidireccionales. Es un tránsito paulatino y quizás lento, pero vale la pena arriesgarse.        

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