La situación del 2020 fue temporal, pero nos dió un empujón para lanzarnos al mundo de la educación remota sin preguntarnos si estábamos de acuerdo o la forma cómo queríamos hacerlo. Estamos aquí y podemos sacarle provecho. 

El nuevo panorama nos ha llevado a entrar en un terreno casi desconocido: pensar desde las herramientas digitales lo que antes hacíamos sin ellas. Eso suena muy evidente, pero lo que esta situación nos muestra, más allá de lo obvio, es que aunque siempre hemos sabido que los medios son solo eso y que no son importantes en sí mismos, sino por el uso que les damos, hoy están determinando en cierta medida el alcance de lo que podemos hacer en términos pedagógicos. Y nos enfrenta lo que quizás queríamos evitar: centrar los procesos en las herramientas, los dispositivos y las aplicaciones. 

Esto no es para alarmarnos ni para decir que entonces ahora solo podremos alcanzar los objetivos de aprendizaje si dominamos todas las aplicaciones, pero la realidad hoy es que los aspectos técnicos y las funcionalidades de las herramientas que tenemos a disposición son las que nos están planteando preguntas profundas sobre el sentido de nuestras acciones pedagógicas, sobre las metodologías, sobre las formas de relacionarnos en torno al conocimiento y las formas de compartir y crear de forma individual y colectiva. Teniendo esto en mente, quizás no son solo medios. 

Del filósofo canadiense Marshall McLuhan conocemos la frase: “El medio es el mensaje”, extraída de sus reflexiones sobre el impacto de los medios en la sociedad. Si lo pensamos desde el campo de la educación y analizamos el papel que están teniendo los medios en los procesos de enseñanza aprendizaje que estamos viviendo hoy, podríamos concluir que son el mecanismo que nos posibilita o nos impide transmitir mensajes o en nuestro caso contenidos educativos y generar interacciones durante ese proceso.

Por eso, la pregunta más importante ahora es sobre las interacciones; hemos perdido temporalmente las presenciales que nos permitían el proceso pedagógico como lo conocíamos, pero ¿qué nuevas interacciones nos permite lo digital? o ¿cómo podemos intentar reemplazar las que teníamos? ¿qué nuevos campos de lectura, producción o construcción colectiva se abren desde los entornos digitales? ¿qué es irremplazable por más avances tecnológicos que haya? 

Realmente se abren más preguntas que respuestas, así que esto es una reflexión como excusa para el desahogo, para la búsqueda de soluciones o alternativas, o simplemente la invitación a “cacharrear”: ese nuevo verbo con el que nos referimos a ensayar sin guía, a probar y a equivocarnos, a pedirle ayuda a los amigos, a las hijas, sobrinos, hermanas y colegas, e incluso a los mismos estudiantes. Aquí todos estamos aprendiendo. Te recomendamos estos dos artículos que pueden ser útiles en ese proceso: Consejos para clases remotas y Vocabulario e-learning para no morir en el intento 

Adicionalmente, te dejamos una lista de herramientas digitales que te pueden ayudar a recorrer este camino que apenas comienza.

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